Ir al contenido principal

Ciudad de los palacios

 

Interior del Palacio de Iturbide. 

En las calles que conforman el Centro Histórico de la Ciudad de México, fueron construidos durante el siglo XVIII grandes y suntuosos palacios que habitaron los nobles de aquella capital del virreinato de la Nueva España. Los palacios que en su momento adornaron las calles de la Ciudad de México, causaron admiración en los viajeros extranjeros que visitaron este país. El periodista inglés Charles J. Latrobe denominó a esta ciudad como “Ciudad de los palacios”, denominación que solemos repetir con mucho orgullo quienes amamos esta capital.

Hoy todavía podemos admirar en el corazón de la Ciudad de México algunos palacios que fueron el hogar de los nobles novohispanos. Esas majestuosas moradas fueron construidas principalmente utilizando dos materiales: el poroso y ligero tezontle rojo combinado con la cantera de chiluca gris.

Condes y marqueses fueron quienes mandaron a construir sus palacios sin escatimar esfuerzos con tal de demostrar sus riquezas. Gracias a las crónicas de la época y algunos inventarios que se conservan en archivos, podemos tener una idea de la riqueza y suntuosidad del mobiliario que adornaban esos palacios. La nobleza era una sociedad que tenía la imperiosa necesidad de demostrar sus riquezas y lo hacían presumiendo las fachadas y los ajuares con que ornamentaban sus palacios.

Ya lo he dicho antes, para conocer la historia de esta ciudad hay que andar en ella. Hagamos un breve recorrido por estas construcciones palaciegas.

Tenemos la Casa de los Azulejos que hoy es un Sanborns y que en algún momento fue habitada por los condes del Valle de Orizaba. Esta casa tiene una peculiar historia que al mismo tiempo comparte su leyenda. Se le conoce como la Casa de los Azulejos porque su dueña, la condesa de Orizaba en algún momento vivió en Puebla y allá era común adornar las casas con azulejos. Cuando se vino a vivir a la ciudad, decidió que su casa llevara azulejos en toda su fachada, y es así como conocemos este palacio. También hay una leyenda muy simpática que da razón del motivo de esta peculiar fachada. Se dice que el hijo de los condes del Valle de Orizaba era un hombre sin trabajo ni beneficio y que su madre le decía “hijo, tú nunca harás casa de azulejos”. El hijo para demostrar lo contrario a lo que decía su mamá, mandó a revestir de azulejos su palacio.

Otro bello palacio que ha llegado a nuestros días es el conocido como Palacio Iturbide, que en su esplendor era conocido como Palacio Moncada. Su fachada siempre me ha parecido hermosa. En el siglo XVIII el conde de San Mateo Valparaíso solicitó al arquitecto Francisco Guerrero y Torres edificar un palacio para que fuera habitado por su hija, el resultado fue uno de los más bellos palacios barrocos que existieron en la ciudad. En 1821 fue habitado por Agustín de Iturbide, razón por la cual se le conoce como Palacio Iturbide. Actualmente forma parte de los museos de Citibanamex.

En otra calle, que actualmente conocemos como Pino Suárez, se halla uno de los más bellos palacios novohispanos. Se trata de la casa que habitaron los condes de Calimaya, una de las familias más ricas del virreinato. El arquitecto que llevó a cabo la construcción de tan soberbio palacio fue Francisco Guerrero y Torres, quien tuvo a su cargo la construcción de varios de estos palacios, y quizás a él debemos agradecer que esta ciudad haya sido considerada como Ciudad de los palacios. El palacio de los Calimaya también fue conocido como la Casa de los Cañones debido al tipo de gárgolas en forma de cañones que se observan en toda su fachada. Cuenta con un portón cuya ornamentación es de las más hermosas que he conocido, dicen que fue manufacturado en Manila. Actualmente es ocupado por el Museo de la Ciudad de México.

Quisiera seguir contando más, porque créanme cuando les digo que hay mucho más de qué platicar, pero qué tal si mejor los invito a que se sumen a un recorrido que tendré el gusto de guiar el próximo domingo 13 de octubre a las 10:30 a.m., en el que vamos a visitar varios de estos palacios. Si están interesados, dejen su mensaje para mayor información.

Adrián Martínez

#Andariego

#AndanzasCulturales


Créditos de imagen que ilustra este texto, a quien correspondan.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La cueva de Cincalco, entrada al inframundo en Chapultepec

  En las faldas del cerro de Chapultepec se encuentran vestigios arqueológicos que dan cuenta de la importancia que ha representado este cerro que en algún momento de su historia fue un volcán (de los más antiguos de la Cuenca de México), y cuya presencia humana ha hecho que se mezclen la historia, la leyenda y el mito. Uno de los vestigios es una cueva conocida como Cincalco, que significa en lengua náhuatl “casa de mazorcas”, y que los pueblos prehispánicos, como los toltecas y los mexicas, la consideraron un lugar sagrado.        Respecto a la cueva de Cincalco, las crónicas mencionan que tras la caída de Tula los toltecas se dispersaron y salieron con rumbo a la Cuenca de México, allá por al año 1168. Se dice que el último dirigente tolteca fue Huemac, quien llegó a habitar en Chapultepec. Huemac se refugió en una cueva a la que nombraron Cincalco, y ahí se suicidó ahorcándose cuando se percató que sus seguidores lo habían abandonado. Años después, en s...

El mapa de Uppsala

  Existe un mapa que representa a la Ciudad de México de alrededor de 1550. Se le conoce como Mapa de Uppsala debido a que se encuentra resguardado en la Biblioteca de la Universidad de Uppsala en Suecia; sin embargo, el sabio Miguel León-Portilla lo nombró Mapa de México-Tenochtitlan y sus contornos hacia 1550.      Comisionado por Porfirio Díaz, Francisco del Paso y Troncoso pasó los últimos años de su vida recorriendo museos y bibliotecas europeas en búsqueda de documentos históricos mexicanos. En la antigua biblioteca de Uppsala, Del Paso localizó un mapa que le robó el aliento. Se trataba de un documento cartográfico que dibuja a la ciudad de México del siglo XVI. Don Francisco dedicó horas y días a la contemplación de este hallazgo sosteniendo que estaba pintado sobre dos trozos de piel de algún mamífero que unidos al centro obtienen la dimensión de 1.14 metros de largo por 78 centímetros de ancho.      Por muchos años se pensó que ...

Recuerdo histórico del Gran Teatro Nacional

En la segunda mitad del siglo XIX existió en la Ciudad de México el Gran Teatro Nacional, ubicado sobre la calle Vergara (actual Bolívar; entre Tacuba y Madero). La historia del teatro comenzó cuando en 1842 el presidente Antonio López de Santa Anna colocó la primera piedra de su construcción. La obra estuvo a cargo del arquitecto Lorenzo de la Hidalga, quien la concluyó en febrero de 1844.      El teatro que, según las circunstancias de la época se llamaría Teatro Santa-Anna, Teatro Vergara, Teatro Imperial y por último Gran Teatro Nacional, fue considerado el más importante en su género. El historiador Enrique de Olavarría ofrece en su Reseña histórica del teatro en México una descripción de la fachada: «en su centro aparecen cuatro columnas colosales que forman la entrada al vestíbulo; las elevadas columnas sostienen el entablamento con la siguiente descripción en bronce: Gran Teatro de Santa-Anna». Continuando con la descripción, Olavarría menciona que «el sal...