Un andariego es aquel que anda de un lugar a otro. En su
andar va sorprendiéndose de todo aquello que en su camino va encontrando. Nada
pasa desapercibido, todo llama su atención y en todo quiere indagar. Un
andariego nunca pierde esa sutil capacidad de admiración.
Siempre he sostenido que quien pretenda conocer la Ciudad de México la tendrá
que recorrer a pie. Así lo han hecho sus cronistas que paso a paso y libreta en
mano, escribieron los más bellos relatos que la ciudad les fue entregando.
Desde siempre, la Ciudad de México ha sido fuente inagotable para aquellos
interesados en escribir sobre ella.
Brevemente, vamos a recordar algunos de esos cronistas andariegos que en sus
andanzas no dejaron de sorprenderse de lo que la ciudad les fue mostrando.
Bernal Díaz del Castillo, soldado español que acompañó a Hernán Cortés, nos
deja ver a través de su Historia verdadera de la conquista de la Nueva
España, cómo era la ciudad a la llegada de los españoles. Las calles, la
arquitectura prehispánica y la magnífica descripción que hace del tianguis de
Tlatelolco son algunas de las narraciones que nos cuenta este soldado cronista.
Años más tarde la Ciudad de México era completamente distinta a la que vio
Bernal. En 1554, Francisco Cervantes de Salazar, el primer cronista oficial de
la ciudad, y uno de los primeros maestros de la Real Universidad de la Nueva
España, escribió sus Diálogos latinos utilizando tres personajes ficticios,
dos habitantes de la ciudad y un forastero, que dan un paseo por la ciudad
narrando todo aquello que tienen ante su mirada. Con este formidable relato
podemos imaginar cómo era la naciente ciudad a mediados del siglo XVI.
Entre finales de 1839 y principios de 1842 vivió en la Ciudad de México una
mujer inglesa conocida como la marquesa Calderón de la Barca, quien estaba
casada con el primer representante diplomático de España ante la República
Mexicana. Durante su residencia realizó varios recorridos por la ciudad, mismos
que le permitieron conocer la vida cotidiana de aquellos tiempos. La vida en
México… es un libro que contiene las cartas que la marquesa escribió a sus
familiares para contarles sus impresiones de todo lo que ella vio a su paso por
nuestro país.
José María Marroquí fue un formidable cronista que recorrió las calles de la
ciudad tocando casa por casa para obtener testimonios de la gente más longeva,
su propósito era recuperar la memoria histórica de la ciudad que más tarde
plasmaría en su libro titulado La Ciudad de México.
Otro enamorado de la ciudad fue Luis González Obregón, quien dedicó gran parte
de su vida a escribir la historia y leyendas de las calles de la ciudad. Entre
sus obras más importantes están Las Calles de México y México viejo y
anecdótico.
No puedo dejar de mencionar a Salvador Novo, otro de los grandes cronistas
oficiales de la Ciudad de México. Fue mucho lo que escribió, pero yo me quedo
con su Nueva Grandeza Mexicana en la que el autor toma el papel de guía de
turistas para mostrarle a su amigo visitante la gran ciudad: su historia, su
arquitectura, sus teatros, sus museos, sus cines… su grandeza.
Adrián Martínez
#Andariego
#AndanzasCulturales
Comentarios
Publicar un comentario